Mostrando las entradas con la etiqueta LA ENTREVISTA. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta LA ENTREVISTA. Mostrar todas las entradas

lunes, 17 de septiembre de 2018

LA ENTREVISTA




Daniel corrió… ya se oía el silbato del tren que estaba por arrancar con destino a Buenos Aires.
—Señor, señor —le gritó un muchacho algo desarrapado desde el andén, que se manejaba en una silla de ruedas.
Daniel abordó el tren sin terminar de oír su discurso; siempre le le había molestado la gente que pedía y más aún si los veía explotar sus problemas físicos.
En ese vagón tan sólo había dos personas, una viejita con una canasta y un hombre delgado de unos sesenta años. Se acomodó en uno de los asientos delanteros y se apoltronó del lado de la ventanilla.
Se arrepintió de no haber tomado el tren anterior… llegaría con el tiempo muy justo:
La entrevista era a las siete y treinta, estaría en Constitución aproximadamente a las siete y diez allí tomaría un taxi hasta la empresa, para hacer más rápido.
Daniel era Licenciado en Sistemas. Realmente su profesión le gustaba y había terminado la carrera con uno de los mejores promedios. Hacía un mes que se había presentado, en “American Online” como postulante, en resolución de delitos informáticos.
Según la nota que había recibido dos días atrás, él se encontraba entre los únicos tres  que pudieron resolver en su totalidad el cuestionario, de los ciento setenta y dos aspirantes al cargo.
La oportunidad de su vida se le había dado con esa empresa, era una de las más importantes del mundo en su rubro y ahora vendrían empresarios de los EE UU para hacer la selección de los dos mejores, que irían a trabajar a ese país del norte.
Sabía que uno de los puestos era para él, no podía fallar, el tema era su fuerte. Sobre “Delitos informáticos” había sido su monografía, el inglés técnico lo dominaba a la perfección y los seis meses que había pasado en Chicago le servirían como práctica en su versión americana.
Se sentía cansado, la noche anterior no había podido pegar un ojo pensando en la entrevista, sería por eso que el ronroneo del tren lo sumió en un profundo sueño.
—Señor… escuchó como una voz lejana. Medio dormido giró la cabeza y lo vio, era el muchacho de la silla de ruedas, pero esta vez se manejaba con muletas.
—No me molestes más —le dijo en el peor de los tonos—, el muchacho se alejó y Daniel pensó, que lo de la silla era para cazar a los tontos.
Miró a su alrededor, la viejita de la canasta y el señor ya se habían bajado. El sueño nuevamente lo venció.
Ahora se veía frente a los dos empresarios de American Online, no hablaban español. Sabía las preguntas que le hacían sobre ese software. De los otros dos, el más bajito había fallado por no dominar el inglés americano.
¡No había dudas, el puesto era de él! 
Un penetrante silbido lo hizo despertar sobresaltado. La potente voz del guarda decía: —“Villa España, última parada”. Se bajó desesperado.
— ¿Cómo es posible?, yo viajo a Constitución, le dijo.
— ¿No le avisaste vos que, desviaría a esta estación?  —Le dijo el guarda, al muchacho de la silla de ruedas que lo acompañaba.
—Sí, dos veces intenté decírselo pero no quiso escucharme.
—Es que yo pensé…
—Mire: yo no soy ni el pasajero ni el mendigo, soy empleado del ferrocarril —le dijo el muchacho y se alejó en su silla de ruedas.