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lunes, 17 de septiembre de 2018

VICKY




Ricardo bajó a la niña y después de verla entrar en la casa, giró con el auto en la esquina.
La pequeña Vicky era la luz de sus ojos, pero después de la separación con Marisa, podía verla sólo un día a la semana.
Después de la separación, optó por irse a un monoambiente.  Allí reinaba el desorden, tenía una kichinet, un pequeño baño, el living y  un modular que oficiaba de placar en su parte trasera, donde estaba el dormitorio, pero aparte del placar reducido tenía un diván cama para Vicky.
Vicky, con sus seis años, cursaba primer grado y muchas veces Ricardo iba a retirarla. Su carita resplandecía cuando lo veía, eran tan parecidos… Su pelo rubio lacio que a Vicky le llegaba hasta la cintura, los ojos grises que se iluminaban al verlo llegar. En su sonrisa, se dibujaba, como a Ricardo, el mismo hoyuelo en las mejillas. 
—Mamá tiene un amigo, se llama Sergio. ¿Sabes? a la noche se queda  a comer con nosotros… y cocina de rico…
Con el comentario de Vicky, un rictus amargo se reflejó en su rostro. No por Marisa ya que la relación no daba para más, sentía que le estaban arrebatando a Vicky, la niña de sus ojos… Recordó que el nunca había preparado una comida… Cuando la traía al departamento, encargaba algo por teléfono.

Quince años pasaron, Vicky cursaba la carrera de Ciencias económicas. Decidió irse a vivir con Pedro su novio ya que la relación con la madre, se había tornado insoportable, por la influencia que Sergio tenía sobre ella.
Ricardo había tratado de iniciar una nueva relación, pero el fracaso golpeó nuevamente a su puerta y vio pasar sus años en soledad.
Vicky, con dos hijos adolescentes, quedó viuda de Pedro a los cincuenta y seis años, y fue entonces que le pidió a su padre que viniera a vivir con ella a San Pedro Provincia de Buenos Aires.
Ricardo se negó diciendo que siempre había vivido en City Bell, pero lo que realmente pasaba, era que por un problema macular estaba prácticamente ciego y no quería ser una carga para Vicky.
—Estoy muy sola, los chicos se han ido a estudiar a la Capital, te necesito. —había dicho su hija.
Ricardo pasó con Vicky sus últimos años, ella le brindó todo el amor de su alma generosa y “fue la luz de sus ojos, en la oscura tiniebla de su vida”