Los periodistas se
agolparon en la puerta del Congreso, aguardaban la salida de Marcelo Caroli,
candidato a la gobernación de la Provincia de Buenos Aires.
Según las últimas
estadísticas, él era quien tenía más posibilidades de ganar.
Marcelo Caroli, a los
veinticuatro años ya era abogado. Sus padres habían muerto en un accidente
cuando él tenía ocho años. Único hijo, fue criado por su tía materna que hacia
siete años había fallecido y fue en Alicia, donde él depositó todo su caudal
afectivo. El romance terminó después de tres años cuando ella decidió irse a
Madrid con una beca para cursar “Danzas creativas”.
Alicia bailaba desde los
seis años y esa beca era su sueño hecho realidad.
Se despidieron
amigablemente, pero la relación se cortó… cinco años era mucho tiempo, por eso
perdió todo contacto con ella.
Marcelo se refugió en su
trabajo. Se desempeñaba como asesor legal de una empresa y llegó a ocupar la
gerencia de la misma. Incursionó en la política, ocupó una banca en el senado,
abandonó la empresa y se postuló para la Gobernación de su Provincia.
No había duda alguna,
iba a ganar. Según las estadísticas, tenía el cincuenta y cuatro por ciento de
los votos a favor.
La gente lo seguía a ese
joven de treinta y ocho años, de aspecto bonachón y sencillo, con un rebelde
pelo rubio que caía hacia un costado de la frente. Unos transparentes ojos
verdes y su hablar pausado, le daban un carisma especial.
Después de que Alicia se
fuera no había tenido ninguna pareja estable.
Ese tres de octubre,
Marcelo regresaba a su departamento. Faltaban escasos días para las elecciones…
estaba agotado y nervioso, había recibido amenazas de la oposición.
Cuando entro se dirigió
al dormitorio, estaba destruido. Tiró el saco y la corbata bordó sobre la cama.
Pensó en prender la televisión para ver las noticias, pero cuando se estaba
poniendo las pantuflas, un crujido en la puerta de la biblioteca lo sobresaltó,
la vio cerrarse. No dudó un segundo, buscó el arma que guardaba en la mesa de
luz y la descargó repetidas veces sobre la puerta.
Sintió un grito… Con
sigilo, la abrió… Allí estaba Alicia tirada sobre la alfombra, un hilo de
sangre le corría por la mejilla y en su mano derecha tenía unas llaves atadas
con una cintita roja… eran las llaves de su departamento, que él nunca le había
reclamado.
La hermana de ella
atestiguó sobre su relación, con Alicia seis años atrás.
Los diarios hablaban del
drama pasional de Marcelo Caroli.
Fernando Peretti, el
abogado que lo defendió en la causa, nada pudo demostrar a su favor.
Doce años más tarde, ese
hombre que conoció, el amor de sus seguidores, salió de la cárcel… pero ya
nadie lo estaba esperando.
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